Es increíble que cosas que un día consideramos lo más importante en nuestra vida en un segundo se vuelvan insignificantes. Inclusive que la vida propia carezca de sentido. Un simple error, una palabra, un tropiezo, pueda arruinar este concepto permanentemente.
Pocos de ustedes sabrán lo cruel, insensible, que puedo llegar a ser. Admito que siempre intento dar una cara feliz, amable, pero por dentro sé que es una mentira, una aparencia que intento dar al mundo para evitar ser juzgada. Pero esto no significa que todo el tiempo sea una hipócrita. Un día le dije a mi mejor amiga que me sentía como una de las gemelas oráculo, la que siempre estaba feliz, porque ella era la que veía las cosas malas del futuro, como una reacción inversa, de negación, por así decirlo.
En la secundaria era tan antisocial que sólo tenía una amiga. Durante 3 años me llevé muy bien con ella. Pero un día, en la Gran Plaza la escuché hablando mal de mí. Me enojé tanto que no le hablé en 2 años, 4 meses y 2 días. Si, llevo la cuenta, creo que podrán comprender de esta manera lo rencorosa que fui. Ella se disculpó y vi que era momento de dejarlo ir. En fin, un gramo menos en mi conciencia. Pero eso dejó un vacío que habría de llenarse de tristeza unos días después...