Las clases de ética no son mi mejor materia. Para empezar, no me gusta no saber cuál será mi maestro al regresar de clases, cosa que ocurrió en todas mis materias este semestre excepto una. Cuando supe que Osvaldo iba a ser mi maestro me puse feliz pero cuando entré al salón y vi a mi maestre casi grito. Ya antes había sido mi maestra y no nos llevamos muy bien. Así que esta clase a veces resulta una tortura para mi, en especial porque siento que me quieren lavar el cerebro.
En una de las últimas clases que he tenido, la maestra nos preguntó que porqué bajamos todos calificaciones y ya no ponemos tanta atención como a principios de semestre. Algunos hicieron comentarios raros que no tenían nada que ver. Dentro de mi mente se empezaron a formar ideas acerca de eso, que aún siguen desarrollándose.
Yo lo he sentido, de repente ya no quiero seguir poniendo tanta atención en clases, "tengo otras cosas en que pensar", es lo que normalmente me doy de excusa. "¿Por qué?" comencé a preguntarme ese día. Efectivamente, aparecieron otras cosas en que pensar pero eso no es todo. Cuando me di cuenta que incluso casi reprobaba, supe que algo iba mal. Ese día encontré la respuesta. En mi caso, se debe a que no quiero seguir creciendo, no quiero ser un adulto. No se que pueda pasar mañana, además de que recibo muchas señales de que fracasaré, sea lo que sea. La carrera tarda demasiado y todos a mi alrededor también se preocupan por eso, lo cual me hace sentir un poco mejor porque no soy la única.
En ese momento aún necesitaba pensarlo más. Creo que si no hubiera sido por la pregunta de la maestra no me hubiera sentido un poco mejor después de saberlo.